miércoles, 2 de julio de 2008

Gotland

A mediados de mayo hice un viaje a Gotland, que es una pequeña isla sueca en el Báltico, un poquito más pequeña que Mallorca. En Suecia es bastante famosa para ir de veraneo por sus playas.

El viaje empezó bien, era sábado después de fiestón en Värmlands y claro, nos dormirmos y tuve que hacer la maleta en 5 minutos, perdimos el autobus de las 8 para Estocolmo así que cogimos el tren, en el tren me estaba muriendo y mucho, en Estocolmo perdimos el autobus para el ferry por apenas unos segundos, pero pudimos coger otro bus y enganchar con el resto en el puerto. El viaje hasta Visby son unas tres horas que me dormí plácidamente.



Una vez en Visby alquilamos una furgoneta VW roja bastante vieja en la que cabíamos los seis con todo el equipaje sin ningún problema. Para comprar la comida hubo jaleo, íbamos Tim y yo a comprar salchichas, pan y cerveza, lo básico para sobrevivir, pero las cuatro chicas empezaron a comprar verduras y zumo y fruta y cuscús, al final llenamos un carro y yo no veía comida por ningún lado.



Nos pusimos a hacer carretera hacia el norte donde hay una pequeña isla llamada Fårö a la que se accede en ferry también. En esa isla hay unas formaciones rocosas muy curiosas.


La puesta de sol fue increible.


Como siempre tenemos que ir metiéndonos donde no nos llaman.


Y subirme a todas las piedras que vea.

Al lado de la playa había un bosque donde pusimos las tiendas y nos hicimos una barbacoa para cenar y a dormir en tiendas de campaña. Resulta que al lado de la playa donde dormíamos el viento soplaba con fuerza y la tienda estuvo moviéndose y haciendo ruido toda la noche, además como no se hacía completamente de noche seguía habiendo claridad dentro de la tienda. Algo durmimos.



Al día siguiente cogimos la furgoneta y viajamos hacia el sur parando para alimentarnos y ver los paisajes y una ruta de unos 10 km que había por ahí.








Campos amarillos por todas partes.


Tim, Barbara, Claudia, Astrid, Audrey, yo y la furgoneta.

Al "anochecer" estuvimos buscando un lugar donde poner las tiendas pero por el sur no había mucho bosque, y como sorpresa empezó a llover, yo ya pensaba en dormir en el coche, pero encontramos un bosquecito donde metimos la furgoneta y en cinco minutos había escampado, teníamos las tiendas puestas el fuego preparado y Claudia estaba preparando cuscús con verduras, menos mal que tenía preparado el tomate frito para darle color.


La magia del fuego

Al día siguiente, lunes, cogimos la furgoneta hacia Visby, pero el motor empezó a perder aceite y tuvimos que parar un par de horas hasta que nos trajeron otra furgoneta, también VW pero blanca y nueva, no tenía el mismo encanto. Pasamos unas horas paseando por Visby que es una ciudad llena de iglesias en ruinas y con una muralla muy elegante.


El desayuno con la furgoneta averiada.

Por la tarde cogimos el ferry y los autobuses hasta llegar a Uppsala donde cogí la cama con mucho gusto.


Fin del viaje.

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