
La embajada española está en un parque en las zonas más caras de Estocolmo, es que son así de chulos. El edificio es enorme, y nos pusieron unos pinchos en el jardín. También repartían cervezas, sangría, vino dulce y Campari, que sólo bebíamos Pablo y yo. Al final nos hicimos unas fotos todos juntos y nos volvimos para casa bien contentos.

Dos camparis por favor!
Se agradece que te preparen cosas así. Muy majo el embajador y la esposa también, que nos dijeron que era la primera vez que lo hacían y fue todo por iniciativa propia.
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